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La esclerosis múltiple no tiene curación pero existen estrategias que pueden modificar el curso de la enfermedad, tratar las exacerbaciones, controlar los síntomas y mejorar la función y la movilidad.

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Tratamiento médico

Tratamiento para modificar el curso de la enfermedad

  • Corticosteroides: los corticosteroides son el tratamiento de elección para tratar los brotes agudos de la enfermedad. Estos fármacos se administran por vía endovenosa y disminuyen la inflamación, mejorando la conducción a través de las áreas desmielinizadas. Aceleran la recuperación de los brotes, aunque no está demostrado que influyan en la historia natural de la enfermedad. Las dosis varía de 500 a 1.000 mg al día, de tres a diez días. Como efectos secundarios se pueden citar efectos adversos gastrointestinales, enrojecimiento facial, sabor metálico, edema y euforia. Los brotes menos intensos pueden controlarse con prednisona oral.
  • Inmunosupresores: existe un alto nivel de sospecha de que esta enfermedad está relacionada con mecanismos autoinmunes y, por ello, se han utilizado diversos fármacos inmunosupresores de forma continuada para tratar de frenar su evolución. Azatioprina, ciclofosfamida y ciclosporina son tres de estos fármacos, pero tienen un uso limitado a causa de su toxicidad. Con su uso disminuye la frecuencia de los brotes.
  • Interferones: interferón beta recombinante (beta-1a, beta-1b) ha mostrado en estudios ser capaz de reducir en un 30% la tasa de brotes respecto a placebo, disminuyendo también el área lesional total y el número de lesiones nuevas o activas que aparecen en la resonancia magnética nuclear con gadolinio. En España, está aprobado como tratamiento para las formas en brotes y progresivas, pero con restricciones. Los efectos secundarios más frecuentes del tratamiento con interferón beta son las reacciones locales en el lugar de la inyección y un síndrome pseudogripal, con febrícula, mialgias y fatiga, que cede con paracetamol o ibuprofeno. Se deben realizar controles hematológicos y de las funciones renal, hepática y tiroidea durante su uso.
  • Inmunomodulador acetato de glatirámero copolímero 1: es un compuesto sintético semejante a una proteína de la mielina que bloquea la reacción antígeno-anticuerpo, por lo que se impide que se dañe la mielina. Se utiliza la vía subcutánea para su administración y muestra unos resultados semejantes al interferón. Puede producir reacciones alérgicas.
  • Natalizumab: es un anticuerpo monoclonal humanizado que logra inhibir la migración de las células inmunitarias al tejido en el que originan la inflamación, al evitar su fijación a la pared vascular. Se ha comprobado su eficiencia tanto en la esclerosis múltiple como en la enfermedad de Crohn. Puede tener efectos secundarios graves, por lo que su uso está muy restringido.

Tratamiento sintomático para manejar los síntomas

  • La espasticidad: es un síntoma muy limitante y se trata con diazepam o con baclofeno (relajantes musculares), cuyas dosis se deben aumentar progresivamente.
  • El dolor: carbamazepina es el fármaco de elección para tratar las manifestaciones dolorosas y sensitivas paroxísticas de la enfermedad, como la neuralgia del trigémino o el signo de L'Hermitte (sensación de descarga eléctrica al flexionar la cabeza). También son eficaces gabapentina y sus derivados.
  • La fatiga: clorhidrato de amantadina es el fármaco empleado para controlar la fatiga.
  • Trastornos psiquiátricos: pueden aparecer depresión, ansiedad, trastorno bipolar o síntomas psicóticos de carácter reactivo o como manifestación de la enfermedad. Para los episodios depresivos se prefieren si existe un componente de ansiedad.
  • Movimientos involuntarios: el temblor se puede tratar con isoniazida con resultados dudosos. Las crisis epilépticas y los episodios transitorios de alteración del tono muscular responden bien a carbamazepina.

Rehabilitación

La rehabilitación se debe prescribir de forma individualizada según el grado, la expresión, la gravedad y la progresión de los síntomas.

Objetivos de la rehabilitación

  • Recuperar funciones que son esenciales para las actividades cotidianas.
  • Ayudar al paciente a alcanzar la mayor independencia posible.
  • Fomentar la participación de los familiares.
  • Permitirle al paciente tomar las decisiones adecuadas con respecto a sus cuidados.
  • Educar al paciente con respecto a la utilización de aparatos de asistencia (como bastones, abrazaderas o andadores).
  • Establecer un programa de ejercicios adecuado que mejore la fuerza, la resistencia y el control de los músculos.
  • Restablecer las habilidades de movimiento.
  • Mejorar la capacidad de comunicación en los pacientes que tengan dificultades para hablar debido a debilidad o a falta de coordinación en los músculos de la cara y de la lengua.
  • Controlar la incontinencia de la vejiga y el intestino.
  • Reentrenamiento cognoscitivo.
  • Adaptar el entorno en el hogar para aumentar la funcionalidad, la seguridad, la accesibilidad y la movilidad.

Pronóstico

Tienen mejor pronóstico las formas de la enfermedad que aparecen antes de los 40 años de edad y con los síntomas oculares, sensitivos. También son más benignas las formas que cursan en brotes con síntomas en periodos de menos de seis meses y sin historia familiar.

El comienzo tardío, una evolución constante y progresiva, la afectación cerebelosa o medular, las manifestaciones psiquiátricas, las alteraciones de los esfínteres y la presencia de historia familiar son factores que ensombrecen el pronóstico. También es importante el tiempo transcurrido entre el primer y el segundo brote, ya sea mayor o menor de seis meses.

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