Obesidad - Vivir con la enfermedad - Régimen de vida

El tratamiento busca una modificación en los hábitos alimentarios y de estilo de vida del paciente.
Es importante seguir los consejos del médico con respecto a la dieta y a la distribución de las comidas.
Son posibles complicaciones de la obesidad la diabetes, la dislipidemia, la hiperuricemia, y la enfermedad cardiovascular.
Una restricción excesiva en carbohidratos provoca cetosis y, potencialmente, trastornos.
Revisar el IMC periódicamente.

El tratamiento de la obesidad se focaliza en obtener un desequilibrio en la ecuación energética a favor del gasto calórico, de forma que el resultado final se trasforme en un balance negativo de energía que favorezca la reducción del tejido adiposo.

La intervención terapéutica ha de mantenerse de por vida, como corresponde a una afección crónica, buscando que el tratamiento consiga una modificación en los hábitos alimentarios y de estilo de vida del paciente que le permitan mantener a largo plazo los resultados iniciales. Por ello, los objetivos del tratamiento deben ser acordados entre el médico y el paciente, y han de planearse una serie de consejos y objetivos:

  • Una pérdida ponderal del 5%-15% sobre el peso inicial condiciona grandes beneficios en el tratamiento de las complicaciones asociadas a la obesidad.
  • Entre los criterios de éxito, el mantenimiento del peso perdido es uno de los puntos más importantes.

Por otra parte, tanto la elección del plan de alimentación como el aumento de la actividad física son los dos elementos que se pueden modificar para cambiar el balance energético. Por tanto, la restricción calórica es fundamental en el tratamiento de la obesidad. Han de reducirse las calorías diarias pero sin sobrepasar el déficit de 1.000.

Es necesario realizar una completa historia dietética del paciente que proporcione información sobre los hábitos, las preferencias nutricionales y las circunstancias personales (sociales, laborales, familiares, etc.), y es especialmente importante investigar sobre posibles trastornos del comportamiento alimentario.

Asimismo, deben evaluarse la motivación y el compromiso de seguimiento del tratamiento a largo plazo. El estudio de las posibles complicaciones de la obesidad (diabetes, dislipidemia, hiperuricemia, enfermedad cardiovascular) es esencial para acondicionar el plan nutricional a las comorbilidades existentes. El consejo dietético, pues, ha de ser individualizado y es necesario tener en cuenta que una restricción excesiva en carbohidratos provoca cetosis y, potencialmente, trastornos metabólicos e hidroelectrolíticos.

La actividad física es otro de los pilares fundamentales en el tratamiento de la obesidad. El aumento de ejercicio físico no tiene en sí mismo un gran efecto sobre la reducción ponderal, pero permite enfocar la pérdida de peso hacia la disminución de masa grasa en vez de magra, facilitando el mantenimiento de la pérdida de peso inducida por la dieta hipocalórica con mayor facilidad. Al igual que en la prescripción del plan dietético, es necesario conocer las circunstancias personales, limitaciones y complicaciones de la obesidad antes de programar la actividad física. El programa de ejercicio físico debe ser de intensidad progresiva, estableciendo inicialmente un nivel bajo que sea alcanzable por todos los pacientes, lo que favorecerá la adherencia al programa y su incorporación a la actividad diaria. Al inicio se aconseja dar paseos de 15-30 minutos de duración cinco días a la semana. Si el paciente lo tolera bien, se puede aumentar a 60 minutos de actividad diaria.

Consejos

  • Recuerde que la dieta debe ser personalizada, equilibrada e hipocalórica. Es fundamental que realice un programa de ejercicios de forma regular. Evite las bebidas alcohólicas y los suplementos entre las comidas de tipo zumo.
  • Todos debemos saber nuestro IMC y revisarlo periódicamente, cada mes, con un control del peso. Para pesarnos debemos elegir la misma báscula, la misma hora (la mejor hora es al levantarnos, la peor por la tarde) y hacerlo desnudo; si esto no fuera posible hay que considerar que la ropa, por lo general, equivale a 2 kg.
  • Cuando el IMC es = 25 kg/m2 hay que controlar la cifra de la presión arterial, que debe ser <140/90 mm Hg, así como hacer una analítica para conocer la glucemia (normal <110 mg/dL), el colesterol total (normal <200 mg/dL), el HDL colesterol (normal >40 mg/dlL), el ácido úrico (normal <6 mg/dL) y los triglicéridos (normal <200 mg/dL).
  • Es aconsejable distribuir las comidas a lo largo del día en cinco o seis tomas; desayuno, media mañana o almuerzo, comida, merienda y cena. De esta manera no se tiene sensación de hambre, derivada de la hipoglucemia por el ayuno, y la necesidad de alimento para saciar el apetito es mucho menor. La cantidad por cada toma debe ser algo inferior a la que puede apetecer. Es decir, debe quedar una ligera sensación de hambre. Se deben excluir, en todas las tomas, las bebidas alcohólicas o gaseosas; lo mejor es beber agua y en cantidad abundante. Si se come fuera de casa, se han de elegir ensaladas y fruta.
  • La mejor fuente proteica es la vegetal (soja) y, de la animal, el pescado, en especial el azul. Se debe evitar la carne porque tiene más grasa. La fruta y los vegetales son imprescindibles y deberían ser frescos y diarios. Elegir, cuando sea posible, alimentos frescos y reducir el consumo de sal, evitando los alimentos precocinados o congelados, incluso aunque nuestra presión arterial sea normal.
  • Los huevos son un alimento muy recomendable, pero hay que consumirlos de forma adecuada; cuatro huevos por semana y no más de una yema por día. La yema es la materia grasa del huevo y eleva el colesterol en la sangre. La clara, por el contrario, es la mejor fuente proteica que se conoce (ovoalbúmina), siendo muy digestiva y nutritiva.
  • Lo mejor es consumir las proteínas con vegetales (p. ej.: una ensalada de atún con alubias de soja y tomate). La fruta ha de ingerirse media hora antes de la comida o al inicio de la misma. Se deben evitar las comidas muy condimentadas, los empanados, los rebozados, los estofados y las frituras. Las legumbres deben consumirse solas o en ensalada tres veces por semana y los cereales a diario. La grasa debería ser aceite de oliva, con el que se han de aliñar las ensaladas. No se debe comer pan en la comida y, si se hace, éste debe ser integral. El consumo de fruta, rica en fibra y antioxidantes, ha de ser diario.
  • El ejercicio físico es esencial para evitar la flaccidez que se produce cuando se adelgaza con una dieta muy estricta. Además, ayuda a cambiar los hábitos y eleva la autoestima. Debe ser regular, de intensidad moderada, trabajando los músculos grandes (las piernas), ya que son los que más grasa queman, y evitando que sean traumáticos. El ejercicio agotador produce rechazo a medio-largo plazo y causa muchas lesiones musculares y osteotendinosas.
  • Los fármacos antiobesidad no resuelven el problema, aunque ayudan levemente a las otras medidas, pero tienen muchos efectos secundarios y su consumo debe ser limitado en el tiempo. El principal inconveniente es que no ayudan a cambiar de hábitos, lo cual es necesario para escapar de la obesidad; el paciente tiende a creer que el fármaco lo hace todo.

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