Ictus - Tratamiento

La probabilidad de recuperación total de un enfermo que ha sufreido un ictus se multiplica por cuatro si es atendido en los primeros 90 minutos.
El uso de anticoagulantes y disolventes de coágulos es un tratamiento controvertido, en parte porque deben sopesarse bien sus beneficios y riesgos.
. El activador tisular del plasminógeno (t-PA) puede permite a los pacientes sobrevivir los primeros días después de que comience una apoplejía, un periodo durante el cual numerosos pacientes morirían casi con total seguridad sin dicho tratamiento.

A continuación el paciente deberá ingresar en planta, siendo recomendable que lo haga en una Unidad de Ictus, con monitorización hemodinámica, neurológica y cardiológica, para iniciar la rehabilitación lo antes posible.

El personal de enfermería tiene un papel decisivo, pues se encarga de monitorizar al enfermo, prestar los cuidados precisos y detectar las posibles complicaciones de forma precoz para poder corregirlas. Además, realizan una aproximación desde el punto de vista sociosanitario, para ayudar a los enfermos y los pacientes detectando los posibles problemas al alta.

Este tipo de unidades (las Unidades de Ictus) han demostrado una menor mortalidad y una mejor recuperación funcional de los enfermos, frente a aquellos que han ingresado en otro tipo de servicios.

El uso de anticoagulantes y disolventes de coágulos es un tratamiento controvertido, en parte porque deben sopesarse bien sus beneficios y riesgos. El activador tisular del plasminógeno (t-PA) puede permitir a los pacientes sobrevivir los primeros días después de que comience una apoplejía, un periodo durante el cual numerosos pacientes morirían casi con total seguridad sin dicho tratamiento. Pero el inconveniente es que muchos de ellos quedan paralizados e incapaces de hablar y sufren graves daños intelectuales. La heparina, un anticoagulante con efecto de corta duración, se administra para prevenir un derrame recurrente y no para disolver el coágulo agresor. Pero suministrarlo puede ser arriesgado en los primeros estadios de un ictus porque puede contribuir a convertir una apoplejía isquémica leve en una devastadora hemorragia.

En los ictus hemorrágicos por malformaciones y aneurismas, el tratamiento ideal es la embolización con sustancias que taponan las arterias rotas.

El código 13, también conocido como "código ictus", es un protocolo de actuación conjunta desarrollado por el Samur y las Unidades de Ictus de los hospitales madrileños de La Princesa, Gregorio Marañón, Clínico de San Carlos y La Paz con el fin de mejorar la atención inmediata de los pacientes que sufren un ictus isquémico con determinadas características. Se trata de unir las urgencias extrahospitalarias e intrahospitalarias mediante unas normas de actuación coordinadas y guiadas por una serie de criterios muy estrictos. De esta manera, primero el Samur y luego el centro hospitalario seleccionan a los pacientes en virtud de sus características, y se estima que sólo el 25% de los candidatos terminan cumpliendo los requisitos de un código 13 propiamente dicho.

Este protocolo pretende conseguir que los pacientes subsidiarios de un tratamiento de perfusión con el activador t-PA lleguen cuanto antes al hospital y en las mejores condiciones posibles. El tratamiento precoz del ictus es fundamental para mejorar la supervivencia y reducir las secuelas del paciente, y cuenta además con una ventana terapéutica muy estrecha, ya que, para que el tratamiento fibrinolítico sea eficaz y disminuya el riesgo de complicaciones, como las hemorragias, se debe atender al enfermo antes de las tres primeras horas tras el evento. De hecho, la posibilidad de recuperación total de un paciente se multiplica por cuatro si es atendido durante los primeros 90 minutos.

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