Depresión - De interés - Los enfermos depresivos sufren brotes agudos en otoño

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  • El descenso de las horas de luz influye sobre la química cerebral.
  • Los enfermos depresivos sufren brotes agudos durante el otoño.
  • La luz actúa sobre los niveles cerebrales de serotonina, dopamina y noradrenalina, que son neurotransmisores cerebrales.
  • El desequilibrio entre neurotransmisores altera el sistema emocional del individuo.
  • El equilibrio de los neurotransmisores se encuentra previamente comprometido en el enfermo depresivo.
  • Los enfermos depresivos sufren brotes agudos durante el otoño y deben ser cuidadosamente valorados por un médico a lo largo de este periodo del año para prevenir la aparición de estos brotes agudos de la enfermedad.

    La luz del sol penetra por los ojos y llega a las estructuras del cerebro donde se controlan nuestros ritmos biológicos. Así, la luz puede controlar la glándula pineal que se aloja en el cerebro y que segrega melatonina, sustancia hormonal que regula los ciclos de sueño-vigilia. La luz del sol también actúa sobre los niveles cerebrales de serotonina, dopamina y noradrenalina, que son neurotransmisores cerebrales que realizan un papel decisivo en la comunicación entre neuronas o células cerebrales. Los niveles de melatonina influyen negativamente sobre los de serotonina.

    Cuando la luz disminuye, como ocurre en el otoño, se produce un desequilibrio entre estos neurotransmisores y se altera el sistema emocional. El descenso del intercambio químico entre neuronas produce un estado apático y melancólico, normalmente transitorio, mientras el organismo se adapta a la disminución de las horas de luz.  

    Sin embargo, el equilibrio de estos neurotransmisores se encuentra previamente comprometido en el paciente que padece depresión. La serotonina está íntimamente relacionada con el humor y su descenso en los pacientes depresivos produce tristeza y apatía. Por ello, estos enfermos, previamente alterados, pueden sufrir un empeoramiento agudo de su enfermedad, durante el otoño, que puede ser grave y mantenido en ausencia de un tratamiento adecuado.

    El paciente depresivo sufre una enfermedad crónica que debe vigilar continuamente para evitar brotes agudos que empeoren el curso de su enfermedad. De este modo, en otoño, la vigilancia debe ser cuidadosa y se deben valorar los síntomas de tristeza, apatía, las alteraciones en el sueño, la irritabilidad, los desórdenes alimenticios y la disminución de la libido como señales de alarma que anuncian un empeoramiento de la enfermedad. Es necesario un control médico continuado para poder valorar adecuadamente estos síntomas y para proceder a realizar los cambios en la medicación necesarios que impidan un nuevo brote agudo.

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