Aunque desde su descubrimiento, en 1904 por Gowers, se ha debatido intensamente si se trata realmente de una enfermedad, finalmente la Organización Mundial de la Salud la considera como tal en la actualidad. En 1990, el American College of Rheumatology estableció unos criterios de muy alta sensibilidad y especificidad para la clasificación de la fibromialgia, lo que ha sido determinante para su aceptación y asentamiento de forma general.
Como una enfermedad médica del sistema músculo-esquelético, corresponde sin duda al reumatólogo el estudio, diagnóstico y tratamiento del paciente fibromiálgico.
Todos los humanos tenemos unos mecanismos para sentir dolor y otros que nos protegen del mismo. Estos mecanismos están equilibrados, de forma que el dolor se percibe a partir de una determinada intensidad de estímulo. Si no fuera así, tendríamos una percepción constante de nuestros músculos y articulaciones. Se cree que en la fibromialgia estos mecanismos tienen un funcionamiento anormal, lo que permite la mayor percepción de dolor. Bastará una pequeña sobrecarga de una articulación, o de una parte del cuerpo, para notar sensaciones dolorosas.