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Diagnóstico clínico
El médico puede sospechar la existencia de embolia pulmonar basándose en los síntomas y en los factores de predisposición de una persona.
Un electrocardiograma puede mostrar alteraciones, pero a menudo éstas son transitorias y tan sólo apoyan la posibilidad de una embolia pulmonar.
Diagnóstico por imagen
La radiografía de tórax puede revelar leves alteraciones en las estructuras de los vasos sanguíneos tras la embolia y algunas señales de infarto pulmonar.
La prueba de perfusión (gammagrafía) consiste en inyectar en una vena una sustancia radiactiva que pasa a los pulmones, donde se observa el aporte de sangre al pulmón (perfusión).
La gammagrafía de ventilación pulmonar es otro procedimiento en el que el paciente inhala un gas inocuo que contiene una huella de material radioactivo que se distribuye uniformemente por los pequeños sacos de aire de los pulmones (alvéolos).
La arteriografía pulmonar es el método más preciso para diagnosticar una embolia pulmonar, pero conlleva algún riesgo y es más incómoda que otras pruebas. Consiste en inyectar en la arteria una sustancia de contraste (visible en la radiografía) que fluye hasta las arterias del pulmón.