Según la Sociedad Americana del Cáncer (American Cancer Society) el 90% de los nuevos fumadores son niños o adolescentes que sustituyen, en muchos casos, a quienes dejan de fumar o mueren prematuramente de una enfermedad asociada con el hábito de fumar.
En los fumadores, no sólo aumenta el riesgo de padecer una enfermedad pulmonar, como el cáncer de pulmón y el enfisema, sino también el riesgo de padecer enfermedades del corazón, accidentes cerebrovasculares y cáncer bucal.
Algunos hechos que se deben tener en cuenta
- Una de cada cinco muertes relacionadas con el hábito de fumar se debe a enfermedad cardiovascular.
- Fumar cigarrillos produce un riesgo mayor de enfermedad coronaria en las personas de menos de 50 años.
- Las mujeres de más de 35 años que fuman y toman anticonceptivos orales tienen un riesgo mucho mayor de padecer una enfermedad cardiovascular o un accidente cerebrovascular que las mujeres que toman anticonceptivos pero no fuman.
- Los fumadores son entre dos y cuatro veces más propensos a desarrollar una enfermedad coronaria que los no fumadores.
- Los fumadores tienen un riesgo dos veces mayor que un no fumador de sufrir un accidente cerebrovascular.
- Los fumadores tienen una propensión más de diez veces mayor a desarrollar enfermedad vascular periférica.
¿Cómo afecta el fumar al sistema cardiovascular?
En lo que respecta al incremento del riesgo para el sistema cardiovascular, el hecho de fumar:
- Incrementa la presión arterial y el ritmo cardiaco.
- Reduce el flujo sanguíneo coronario.
- Reduce la cantidad de oxígeno que llega a los tejidos del organismo.
- Modifica las propiedades de los vasos sanguíneos y de las células de la sangre, lo que permite que el colesterol y otras sustancias grasas se acumulen en aquéllos.
- Contribuye a aumentar la presión arterial y el riesgo de que se formen coágulos.
- Duplica el riesgo de padecer un accidente isquémico cerebral (reducción del flujo de sangre al cerebro).
Además, se ha asociado el hábito de fumar con la depresión y con otros trastornos psicológicos.
Téngase en cuenta, además, que lo dicho también sirve para los fumadores pasivos; es decir, las personas que no fuman y que no desean fumar pero que respiran el humo del tabaco generado por los fumadores.
La exposición al humo, ya sea directa o indirecta, supone riesgos importantes para la salud de las mujeres embarazadas, los bebés y los niños pequeños. Los niños y los bebés que se exponen al humo del tabaco son más propensos a padecer infecciones de oído y asma, y tienen un riesgo mayor de muerte súbita que los niños y bebés que no están en contacto con el humo del tabaco.