Tabaquismo - Lo fundamental - De la hoja, al humo y al cuerpo

Cuando un fumador da una calada a un cigarrillo, se produce una entrada de aire en la parte encendida que genera una combustión a 900 °C de las briznas de tabaco y el papel
La nicotina, una vez se ha enfriado y solidificado se disuelve en los tejidos orgánicos, se difunde por todo el organismo pasa a la circulación sanguínea
La ausencia de nicotina, potente droga adictiva, provoca el "síndrome de abstinencia de la nicotina", que llega a desaparecer a las 6 u 8 semanas de abandonar el hábito de fumar

El proceso por el que la nicotina contenida en el tabaco pasa al humo del cigarrillo es el siguiente: cuando un fumador da una calada a un cigarrillo, se produce una entrada de aire en la parte encendida que genera una combustión a 900 °C de las briznas de tabaco y el papel. Esto hace que la nicotina de las hojas del tabaco (que es soluble en agua) se mezcle en el humo con el vapor generado por el calentamiento del agua contenida en el propio tabaco y en el aire aspirado.

Un fumador suele absorber un 10% del total de nicotina de su cigarrillo, sustancia que está presente en un valor que oscila entre el 2% y el 7% de la composición total del pitillo. Esta nicotina, una vez se ha enfriado y solidificado, y gracias a su gran capacidad para diluirse en los líquidos y disolverse en los tejidos orgánicos, se difunde por todo el organismo: de los pulmones pasa al torrente sanguíneo y éste la transporta a todo el cuerpo.

El síndrome de abstinencia de los fumadores

La nicotina actúa sobre los centros cerebrales que regulan nuestras sensaciones placenteras. El fumador se acostumbra rápidamente a que su cerebro sea estimulado continuamente por ella y, cuando deja de consumir tabaco, la ausencia de esta potente droga adictiva le provoca el "síndrome de abstinencia de la nicotina", cuyas manifestaciones más típicas son una serie de síntomas, como el deseo imperioso de volver a fumar, la ansiedad, la irritabilidad, la somnolencia, el aumento del apetito, el estreñimiento, la dificultad de concentración y los trastornos del sueño, etc.

Todos estos síntomas aparecen tan sólo a las cuatro o cinco horas de haber consumido el último cigarrillo, y se hacen muy intensos entre los tres y diez días posteriores a haber dejado de fumar.

A partir de entonces, los síntomas cada vez son de menor intensidad y más llevaderos, y llegan a desaparecer a partir de las seis u ocho primeras semanas después de abandonar el tabaco.

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