Depresión postvacacional, ¿mito o realidad?

Los últimos días de vacaciones muchas personas comienzan a sentir los primeros síntomas de lo que se conoce como depresión postvacacional. La ansiedad y la presión emocional ante el hecho de tener que volver al trabajo -¡se acabó lo bueno!- no son más que la expresión del proceso que supone readaptarse a la rutina laboral y de la vida diaria.

Proceso de readaptación

Cuatro semanas de descanso y ocio, lejos del trabajo y las obligaciones habituales, rompen completamente con la rutina que se sigue a lo largo de todo el año y puede complicar la vuelta a la realidad, incluso antes de tener que hacer las maletas y regresar a casa. Pensar en volver al trabajo puede hacer incluso que en los últimos días de vacaciones se produzcan episodios de ansiedad y presión emocional.

De hecho, la llamada depresión postvacacional se caracteriza por un cuadro de síntomas, más emocionales que físicos, que se producen en el proceso de readaptación a la vida laboral: ansiedad, fatiga, somnolencia, apatía, etc. Apenas duran unos días, pero pueden intensificarse cuando a uno no le gusta el trabajo que realiza o no se siente a gusto en su empresa.

Para evitarlo conviene pensar en positivo y buscar la motivación más adecuada. Actualmente, por ejemplo, con la crisis económica y la elevada tasa de desempleo que hay en nuestro país, tener la posibilidad de trabajar debería ser por sí sola un acicate suficiente para volver al trabajo suficientemente motivado.
 

Ni síndrome, ni enfermedad

Cada año por estas fechas se reaviva el debate sobre si la depresión postvacacional puede ser calificada de síndrome o enfermedad. Sin embargo, la gran mayoría de los especialistas coinciden en señalar que es una respuesta de estrés lógica ante la necesidad de readaptación a la normalidad que rige durante el resto del año. Recuperar la rutina supone un cambio de horarios, ritmos y estado mental en relación a los que se tienen durante las vacaciones. Y a estos cambios el organismo humano responde con el estrés, al que en este caso debe entenderse no como una enfermedad -y aún menos una depresión-, sino como una respuesta normal del organismo al proceso de adaptación que conlleva la vuelta al trabajo. Bastarán tres o cuatro días de trabajo para recuperar la normalidad.

Algunos consejos

Los expertos suelen dar varios consejos útiles para evitar o minimizar los efectos de la depresión postvacacional:

  • Volver a casa unos días antes de volver al trabajo, con el fin de retomar poco a poco las rutinas diarias y revisar (sin dedicarle mucho tiempo) los temas pendientes que habrá que retomar con la vuelta al trabajo.
  • Empezar a trabajar en aquellos temas que son más sencillos o gratificantes, al tiempo que se programa el desarrollo de los demás.
  • Dedicar tiempo a la familia y al reencuentro con los amigos (el horario laboral de verano y el hecho de que anoche tarde ayudan a ello).
  • Hacer algo de deporte en el tiempo libre, aunque solo sea pasear.
  • Y, sobre todo, mantener una actitud positiva y preactiva.